La separación de Shakira y Gerard Piqué, anunciada en 2022, sigue generando conflictos que trascienden lo personal. Tras años de negociaciones incumplidas, la venta de su mansión en Esplugues de Llobregat (Barcelona) se ha convertido en un punto de tensión, con diferencias de hasta 5 millones de euros entre sus propuestas.
La propiedad, adquirida en 2012 y testigo de su relación durante 11 años, se ha transformado en un símbolo de las divergencias económicas y estratégicas entre la pareja. Shakira insiste en venderla por 12 millones de euros, valor que considera acorde al mercado inmobiliario de la zona, mientras que Piqué presiona por cerrar la operación a 7 millones, según reveló el periodista Jordi Martín.
«Las discusiones que han tenido son fuertes. Piqué está apretando muchísimo y, en palabras de Shakira, lo que le quiere dar es una auténtica miseria», detalló Martín, quien atribuye la urgencia del exfutbolista a necesidades financieras vinculadas a sus proyectos empresariales. La cantante, por su parte, prioriza recuperar la inversión realizada y evitar pérdidas, incluso si eso implica esperar a un comprador dispuesto a pagar su precio.
El contexto económico de Piqué, vinculado a la reciente ruptura de su empresa Kosmos con la ITF por la Copa Davis, podría explicar su prisa. Mientras tanto, Shakira enfrenta la presión de esta disputa en medio de su exitosa gira Las mujeres ya no lloran, que la mantiene en constante movimiento.
Aunque ambos coinciden en vender la propiedad, la brecha en sus expectativas refleja dinámicas que van más allá de lo inmobiliario. La mansión, que fue escenario de momentos íntimos y públicos durante su relación, ahora simboliza un capítulo pendiente en su separación, donde el equilibrio entre pragmatismo y principios se ha vuelto un desafío.