La batalla legal entre Shakira y Gerard Piqué continúa escalando, y esta vez el foco se centra en su lujosa mansión en Barcelona. A pesar de haber puesto tierra de por medio y mudarse a Miami, la cantante colombiana sigue involucrada en una serie de disputas con su expareja, y la propiedad en España se ha convertido en uno de los puntos más conflictivos.
Los famosos poseen una lujosa propiedad que tiene su historia, pues allí vivieron del 2012 al 2023. Se asegura que esta tiene tres mansiones en el mismo terreno. Debido a su importancia es que la barranquillera y el exdefensa del Barcelona llegaron a un acuerdo para salir de ella el año pasado.
La residencia, que está ubicada en la urbanización Ciutat Diagonal de Esplugues de Llobregat, en una zona exclusiva en Barcelona, sigue perteneciendo a la barranquillera y el catalán. La casa está valorada en un precio de en 14 millones de euros, algo alto para los números que se manejan en la zona.
La expareja acordó en 2023 vender la casa al precio que tenían estipulado, pues Piqué quería reducir a la mitad el valor de la venta (7 millones de euros) y Shakira no accedió a dicha petición.
Debido a que no la han vendido, Shakira y Piqué usan la mansión de manera regular, pero bajo ciertas condiciones. La colombiana, que vive en Miami con sus hijos Sasha y Milan, es muy estricta con los empleados del lugar y no quiere ver algo que esté relacionado con Clara Chía.
Según informaciones recientes, Shakira ha impuesto una serie de condiciones inusuales cada vez que visita la mansión. Entre ellas, destaca la petición de cambiar todas las sábanas, cojines, mantelería y cubertería que Piqué y su novia Clara Chía hayan utilizado, con el objetivo de evitar cualquier contacto físico con objetos que hayan estado en contacto con la pareja.
«Lo que quiere es no tener ningún contacto con nada que haya tocado Clara Chía», dijo Espejo Público.
Esta actitud por parte de la artista ha generado aún más tensión en una situación ya de por sí complicada. Los medios españoles han calificado estas exigencias como «extrañas» y «desproporcionadas», alimentando aún más la polémica en torno a la separación de una de las parejas más mediáticas del mundo.