El cantante de 55 años, cuyo nombre completo es Robert Sylvester Kelly, fue declarado culpable de crimen organizado y de ocho cargos de violación de la Ley Mann, que prohíbe el transporte de personas a través de las fronteras estatales para la prostitución. Ha estado en la cárcel desde julio de 2019; 45 testigos declararon para el gobierno. Todavía se enfrenta a cargos de pornografía infantil y obstrucción de la justicia en Chicago, así como a cargos en los tribunales estatales de Illinois y Minnesota.
Kelly, uno de los artistas de éxito de la década de 1990 y principios de la de 2000, fue declarado culpable de los nueve cargos que se le imputaban en septiembre, después de que un juicio de seis semanas revelara cómo había utilizado a empleados e intermediarios para atraer a fans y aspirantes a cantantes en condiciones de abuso sexual y control, incluyendo el encierro en habitaciones sin comida ni acceso a un baño durante días.
Los fiscales federales habían pedido una sentencia «superior a 25 años», lo que refleja el peligro continuo de Kelly para el público y la aparente falta de remordimiento por haber utilizado su fama para abusar sexual y emocionalmente de las presuntas víctimas, muchas de ellas menores de edad.
La abogada de Kelly –Jennifer Bonjean, que también representó a Bill Cosby en su exitosa anulación de la condena por agresión sexual el año pasado- defendió la sentencia mínima de no más de 10 años de prisión, a pesar de que el cantante había sido condenado por maquinar durante décadas la captación de mujeres y niñas y hombres menores de edad para mantener relaciones sexuales, alegando que su propia experiencia como niño abusado podría haber causado su «hipersexualidad» más tarde en la vida.
La primera víctima que subió al estrado fue una mujer llamada Ángela, que se situó en un atril y miró directamente a Kelly mientras hablaba, según el New York Times, calificándolo de flautista de Hamelín que atraía a los niños con su dinero y su fama.
«Con cada nueva víctima, crecías en maldad. Utilizaste tu fama y tu poder para preparar y entrenar a niños y niñas menores de edad para tu propia gratificación sexual», dijo. «Ya no somos las personas presas que éramos antes. Reza para que Dios llegue a tu alma», dijo.
Una segunda víctima, Addie, dijo que se arrepiente de haber guardado silencio durante décadas sobre su experiencia de los años 90 con Kelly, porque «los últimos cuatro años han sido un duro despertar de cómo mi silencio ha dañado a otros.»
Lizette Martínez dijo en su declaración de impacto: «No sé cómo poner precio a todo lo que he pasado. Ahora tengo 45 años, soy madre y lucho con la salud mental». Mirando directamente a Kelly, que no le devolvió la mirada, dijo: «Robert, has destruido la vida de muchas personas». Otra, identificada como «NN 2», dijo: «Espero que vayas a la cárcel el resto de tu vida».
El padre de una sexta víctima, que acompañó a su hija al estrado, dijo: «No he venido aquí a golpear al Sr. Kelly», antes de continuar. «Sí quiero pedirle, señor Kelly, que me mire, de hombre a hombre, de padre a padre. Póngase en mi lugar. Ciertamente me he puesto en su lugar». Kelly no encontró su mirada.
Kelly, que llevaba gafas negras y una camisa de color caqui, mantuvo en gran medida la cabeza baja durante la audiencia, según el Times, mirando ocasionalmente al juez o a un testigo.
Las acusaciones de abuso de Kelly de niñas menores de edad le siguieron durante toda su carrera, surgiendo por primera vez a principios de los años 90. En 1994 se casó ilegalmente con Aaliyah Haughton, una cantante protegida, cuando ella tenía sólo 15 años, utilizando un documento de identidad falso que su antiguo representante admitió más tarde que había conseguido. En el año 2000, el Chicago Sun-Times recibió un vídeo gráfico que Kelly había filmado manteniendo relaciones sexuales con una chica supuestamente menor de edad, pero que se negó a testificar contra él. Fue acusado y encarcelado brevemente en 2002, pero fue absuelto seis años después.
Su carrera -y sus presuntos abusos- continuaron, en gran medida, sin interrupción, hasta que las acusaciones empezaron a surgir de nuevo a principios de la década de 2010 y, finalmente, «Surviving R. Kelly», una docuserie de Lifetime de 2019 que presentaba relatos vívidos de sus presuntas víctimas, hizo que la opinión pública se volviera drásticamente contra él, a pesar de que repetía en gran medida información que había sido pública durante muchos años. En el momento en que fue encarcelado, sus importantes ingresos por giras y grabaciones musicales -que habían financiado a los abogados y otros esfuerzos para mantener a raya las acusaciones contra él- se habían agotado en gran medida.
En el juicio celebrado el pasado otoño, nueve mujeres y dos hombres describieron gráficamente los abusos sexuales y emocionales de Kelly, y varias de ellas declararon bajo juramento que eran menores de edad cuando él mantuvo relaciones sexuales con ellas por primera vez.
Los fiscales escribieron en su carta de sentencia que Kelly no muestra ningún remordimiento, ni siquiera el reconocimiento de su comportamiento ilegal, mostrando «un desprecio insensible» por el impacto de su abuso, que aparentemente fue «alimentado por el narcisismo y la creencia de que su talento musical lo absolvía de cualquier necesidad de ajustar su conducta» a la ley.
Según el New York Times, la abogada de Kelly escribió en su carta de sentencia que los fiscales habían presentado a su cliente como «un villano unidimensional» cuyo «grave historial de abusos sexuales» de niño a manos de familiares y otras personas merecía indulgencia. «No es un monstruo malvado, sino un ser humano complejo (indudablemente defectuoso) que se enfrentó a desafíos abrumadores en la infancia que dieron forma a su vida adulta», escribió. Afirmó que Kelly tiene un coeficiente intelectual de 79 y es «analfabeto funcional», lo que también le ha causado vergüenza y miedo a lo largo de su vida.
Tras la sentencia, Kelly será probablemente trasladado a Chicago, donde se enfrentará a un juicio en agosto por cargos de pornografía infantil y obstrucción.