«Soy hija de un padre asesinado, de una madre encarcelada y nieta de una cabrona». Allegra Gucci se presenta así en las memorias con las que hoy rompe su silencio sobre el asesinato de su padre, que sacudió esta dinastía de la moda italiana, y sobre la reciente película: «Es una pésima caricatura», lamenta.
El libro lleva un título revelador, «Fine dei giochi» («Se acabaron los juegos», Ed. Piemme), pues aspira a zanjar los «juegos» y rumores que siguieron al asesinato de su padre Maurizio Gucci, ordenado por su exmujer y madre de la autora, Patrizia Reggiani.
La mañana del 27 de marzo de 1995 el empresario era tiroteado a las puertas de su oficina en Milán (norte), dejando dos hijas, Allegra y Alessandra, de 14 y 19 años entonces, con un enorme patrimonio.
Tras dos años de investigación, la noche del 31 de enero de 1997 la policía arrestaba a la madre, acusada de encargar el crimen a un sicario. El plato estaba servido: odio, dinero y numerosos interrogantes.
Desde entonces mucho se ha escrito pero Allegra, en Suiza, no abrió la boca hasta ahora, con un libro en forma de diálogo póstumo con su padre cuyas ganancias irán destinadas a la beneficencia.
«Ella estaba, tú habías desaparecido»
Allegra (Milán, 1982) no solo perdió a su padre sino que también asistió al clamor mediático y al juicio y condena de su madre, cuya inocencia defendió ilusamente durante años.
En aquellos tiempos residía con ella tras un sonado divorcio: «Entonces no vivías con nosotros, nos veíamos muy de vez en cuando, el nuestro era ‘un vínculo precario’ (…) Tú te habías ido de casa diez años antes, yo tenía 4 años», recuerda.
Por eso, la joven se puso de parte de su madre: «Ella estaba, tú te habías marchado. Su hastío me había contagiado», afirma, reconociendo que su padre fue generoso con la pensión.
«Un lobo con piel de cordero»
Allegra se despacha con la que fuera pareja de su padre, la exmodelo Paola Franchi, con quien mantuvo eternos litigios y a quien pinta como un avaro «lobo con piel de cordero».
La acusa de posar en el lugar del crimen, de no acudir al funeral y de expoliar el lujoso apartamento que compartían el mismo día del asesinato.
Vivieron, sostiene, un «goteo de bajezas» que tendría en Franchi su fuente más obstinada: «Su hambre de dinero generaría una ininterrumpida persecución judicial y mediática», ataca.
El libro incluye una copia de un «Acuerdo de convivencia» entre Maurizio y su novia, una separación de bienes que «no daría tiempo a firmar porque el sicario llegó antes».
«Fe» de hija
Allegra asistió a la detención de su madre, que salió de noche de casa ataviada con sus lujos: «Mis joyas y pieles van donde vaya yo», desairó a quien le recordaba que iría al calabozo.
El 19 de febrero de 2001 el Tribunal Supremo confirmó la condena de 26 años a Reggiani, como ordenante del asesinato.
También fueron condenados el sicario Benedetto Ceraulo, a 28 años, 11 meses y 20 días; el hombre que conducía el coche, Orazio Cicala, a 26 años; el organizador, Ivano Savioni, a 20 años y medio, y la tarotista Pina Auriemma a 19 años y medio.
Reggiani pasó 17 años en la prisión de San Vittore, a la que ella, altiva, llamaba «Victor’s Residence», y hasta rechazó la libertad provisional para evitar los trabajos comunitarios: «Nunca trabajé, estoy mejor en la cárcel», respondió al juez.
Entretanto su hija seguía obstinada en su inocencia hasta que la madre, liberada en 2018, confesó todo en televisión: «Nunca olvidaré ese día. Sus palabras detuvieron el tiempo y me sumergieron en la oscuridad», rememora.
«Pasada la confusión, llegó la rabia. Había sido engañada, había tomado por buena una historia falsa, abrazado una causa como una guerrera fanática, con fe de hija», admite, sin ahorrar ataques a su abuela materna, Silvana.
«House of Gucci», una caricatura
Allegra, licenciada en Derecho y con dos hijas, guardó silencio por mucho tiempo pero «la gota que colmó el vaso» fue el estreno de «House of Gucci», la película de Ridley Scott en la que Lady Gaga hace de su madre y Adam Driver de su padre.
El filme, opina, «ha fallado a toda expectativa» al retratar a su familia «en la peor forma, como una pésima caricatura», un testimonio «lleno de errores y clichés».
«Sobreviví a su proyección durante dos horas y 37 minutos, salí decepcionada, desconcertada y triste», sostiene, aunque ya sospechaba el resultado al saber que su madre estaría interpretada por la ecléctica diva del pop.