Si estás siguiendo los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, seguro que en los últimos días ya has visto varias veces una de las estampas más populares, en la que los atletas muerden las medallas tras la entrega de premios.
Es algo muy habitual no solo en los Juegos Olímpicos, sino también en otros campeonatos de todo tipo de disciplinas deportivas. Por ejemplo, Rafa Nadal acostumbra no solo a morder las medallas, sino también cualquier otro trofeo que gane en los torneos en los que participa.
El origen de esta práctica es imitar el tradicional gesto para comprobar la autenticidad del oro, tal como señalan en la web de los Juegos Olímpicos.
Antiguamente, los vendedores mordían las monedas de oro para saber si era de verdad, ya que es más blando que otros metales. Si quedaban leves marcas de los dientes significaba que era de verdad, mientras que si no había marcas era falsa.
No obstante, en realidad las medallas de oro contienen muy poca cantidad de este preciado metal. Por si no lo sabías, las medallas de los Juegos Olímpicos en realidad contienen tan solo el 1,34% de oro, y el resto es plata y bronce. De lo contrario, el precio de estos premios resultaría demasiado elevado para el Comité Olímpico Internacional.
A pesar de esto, la tradición de morder las medallas perdura principalmente gracias a los fotógrafos. David Wallechinsky, co-autor de El libro completo de los Juegos Olímpicos, afirma que «se ha convertido en una obsesión para los fotógrafos. Creo que lo ven como una toma icónica, como algo que probablemente puedes vender. No creo que sea algo que los atletas harían por su cuenta».
La práctica puede resultar peligrosa. En 2010, el alemán David Moeller se rompió un diente al morder su medalla de plata, así que los deportistas tienen que tener cuidado si no quieren tener que pasar por el dentista tras recibir su premio.