Los narcos en México han creado una cultura post-mortem, pues ahora se ha hecho popular crear tumbas ostentosas para que el descanso eterno sea lujoso. En Culiacán, una ciudad del noroeste de México, capital y ciudad más grande del estado de Sinaloa (el estado del narcotráfico) ha sido noticia desde hace algunos años por sus peculiares cementerios.
Tumbas de mármol y otro que tienen un precio de más de 1.2 millones de dólares, son algunas de la cosas que se pueden encontrar en este terreno de descanso eterno donde reposan los restos de los criminales más peligrosos del estado mexicano.
El panteón Jardines del Humaya se le conocía por albergar en sus tumbas a políticos, empresarios, agricultores y gente adinerada. También porque en muchas de esas grandes, lujosas y extravagantes construcciones puede encontrar los restos de personajes del mundo del narcotráfico.
En el panteón se encuentran los restos de capos como Ignacio «Nacho» Coronel, Arturo Beltrán Leyva; familiares y sicarios que trabajaron para Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, Rafael Caro Quintero o El Güero Palma, entre otros.
La construcción de algunas de esas lujosas y extravagantes «narcotumbas» puede tener un valor de hasta 8 millones de pesos, según trabajadores de ese panteón, ubicado sobre la Calzada Heroico Colegio Militar, a la salida sur de la ciudad.
El valor de la construcción depende de los acabados de lujo, el diseño y el tamaño de la construcción.
Hay construcciones de dos y hasta tres pisos, las cuales tienen terraza, luz, aire refrigerado, algunas cuentan con recámaras, televisión, sótano, sala y hasta cocineta, además de cámaras de videovigilancia y hasta internet. Algunas tumbas cuentan vidrios blindados.
Trabajadores mencionan que todos esos lujos son para los familiares que visitan las tumbas.