¿Prostitutas de cementerio? Pues sí en la antigua Roma muchas mujeres practicaban la prostitución en los cementerios. Durante el día trabajaban como lloronas (contratadas para llorar en los entierro) y luego del sepulcro eran pedidas por los viudos para satisfacerse.
Bustuariae, usualmente llamadas como Noctilucae “polillas de noche” poseían rasgos muy particulares, solían ser pálidas y estilizadas. Además en medio de sus actos acostumbraban a realizar un “llanto sensual” que resucitaba la lujuria de los hombres.
Estas mujeres satisfacían a sus clientes sobre las lápidas -si así se lo pedían- y en medio de la tierra húmeda de las tumbas los viudos se entregaban obsesivamente a ellas, para ser envueltos entre gemidos y lamentos “sensuales” que inclusive podían simular estar muertas.
Dato curioso
Nuctina era una de las más siniestras bustuariae y lograba conseguir que pagaran dos menedas de oro por ella, esto gracias a su perfecta silueta.
Cuenta la leyenda que luego del acto sexual Nuctina se colocaba las dos monedas de oro sobre los párpados, para luego introducirse en su tumba, lo más asombroso de ello es que los asombrados clientes luego de poseerla ya habrían pagado con su alma el cuerpo de la deseada Bustuariae.