El ‘Káiser’ de la moda, como era llamado, se convirtió en uno de los modistos más importantes de la industria y con su legado logró inspirar a otros diseñadores y jóvenes promesas del modelaje.
Ahora que Lagerfeld partió de este mundo, la atención se centra en Choupette, la gata birmana que lo acompañó durante ocho años y se convirtió en su consentida.
Sin esposa y sin hijos, el diseñador depositó todo su amor en este felino que heredará parte de su fortuna y que además lleva ya una vida de lujos y llena de comodidades; tiene dos damas de compañía, un guardaespaldas y comía en la mesa junto a su amo, en vajilla de plata.
«Choupette es una chica rica, tiene su propia fortuna. Si me pasa algo, la persona que se ocupe de ella no estará en la miseria», aseguró Lagerfeld en una ocasión, en el programa de televisión francés ‘Le Divan’.
Como si una vida de millonaria no fuera suficiente, la gata es también toda una estrella de campañas publicitarias.
Choupette acompañó al diseñador desde 2011, año en el que llegó a su vida por pura casualidad.
«Esta gata era de un amigo que pidió a mi sirvienta si podía ocuparse de ella durante dos semanas en que se iba de viaje. A su vuelta no recuperó a Choupette. Tuvo otro gato, que engordó, y Choupette se convirtió en el gato más conocido del mundo, pero también en el más rico», le dijo Karl Lagerfeld a Vanity Fair.
Desde ese momento, el creador forjó una relación muy cercana y amorosa con la gata que para él era el centro de su mundo. «Es una especie de Greta Garbo, tiene algo inolvidable, en su manera de moverse. Me inspira por su elegancia y su actitud», expresaba.
En redes sociales, la gata es toda una celebridad. En Instagram ya suma más de 200 mil seguidores, en Twitter tiene más de 50 mil y cuenta también con su propia página web.
Por ahora no se conoce quién quedará a cargo de Choupette, pero lo cierto es que seguro no quedará desamparada pues heredará parte de la fortuna del diseñador, que incluiría 125 millones de dólares guardados en una cuenta bancaria.