Este diciembre recibirá dos de los premios más importantes en el mundo de la cultura y el arte: el día 4, el Lincoln Center de Nueva York abrirá sus puertas para honrarlo con el prestigioso Dorothy and Lillian Gish Prize; dos semanas después recibirá la Medalla Páez de las Artes. Newsweek México charló en exclusiva con el director de orquesta venezolano y su familia.
El nacimiento de Gustavo Dudamel aconteció entre ritmos afrocaribeños. El 26 de enero de 1981 su padre, Óscar Dudamel, músico de profesión, amante del piano y el trombón, lo recibió en brazos con música de salsa. Ese jueves, la canción “Nació mi niño”, de Rubén Blades, se escuchó a todo volumen en la sala de partos del Hospital Central Universitario de Barquisimeto, una pequeña ciudad ubicada en el noroeste de Venezuela.
El festejo por su nacimiento duró un mes entero. Cada día, la canción del exponente de la “salsa intelectual” sonó en la casa de la familia Dudamel. Nadie imaginó que, 31 años después, Gustavo —reconocido ya como uno de los mejores directores de orquesta del mundo— tocaría en el concierto “Maestra Vida”, junto a Blades, el destacado músico panameño al que su padre tanto admiraba.
La pasión musical de Gustavo Dudamel —que en junio pasado fue condecorado por el gobierno chileno con la Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda— se gestó “desde que estaba en la barriga de su mamá”, dice su padre. El trombonista relata que cuando Solange Ramírez, cantante de coro, estaba embarazada, “le cantaba y estaba en todas mis presentaciones… siempre estuvo rodeado de música porque yo todo el santo día practicaba”.
Su abuelo, Honorio Dudamel, fue quien le regaló a Gustavo su primer violín; con él ensayaba hasta en la cocina. “Vivíamos en un apartamento, y él tocaba con todo lo que podía: latas de galletas que agarraba de timbales o tambora que hacía sonar todo el santo día. Nunca fue un niño exigente, pero una vez sí tuvo una obsesión: quería que le compráramos un espejo. No nos dijo para qué lo quería, pero luego lo descubrimos: quería ensayar la posición del violín”, cuenta su abuela Engracia, esposa de Honorio.
Y es que, “cuando uno toca el violín, se debe vigilar el movimiento del brazo, para eso pedía su espejo Gustavo”, agrega el violinista Frank di Polo, uno de los primeros estudiantes de Abreu en el denominado “Sistema” y quien fungió como su mano derecha.
La abuela Engracia también recuerda que, antes de partir rumbo al colegio, Gustavo solía mostrarle el escenario que había edificado con trozos de madera y muñequitos de juguete. “Ahí te encargo mi orquesta”, le pedía su nieto.
Más tarde, los tíos paternos de Gustavo, también músicos, empezaron a incluirlo para que tocara con ellos valses y serenatas en casas donde los contrataban.
Cada miembro de la familia Dudamel tuvo un rol fundamental en la carrera del destacado músico y compositor venezolano.
A Gustavo Dudamel se le aprecia como uno de los directores de orquesta más versátiles: lo mismo guía a un grupo de músicos para un filme clásico que para dar intensidad sonora a una cinta futurista Star Wars o poner a bailar a 33 jefes de Estado al son de un mambo.
Este 2018 también recibió los premios Art of Change Fellow de la Fundación Ford y la Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda, y estos reconocimientos se sumarán a la larga lista de otros que le han sido otorgados previamente: el Premio a los logros culturales de la Sociedad de las Américas; el Premio Leonard Bernstein Lifetime Achievement 2014 por la Elevación de la Música en la Sociedad; el Premio Eugene McDermott en las Artes; el Premio Glenn Gould; la Orden Caballero de las Artes y las Letras que otorga la república francesa; el Premio Príncipe de Asturias de las Artes de España (que se le otorgó a Dudamel y a su maestro José Antonio Abreu); y el Premio Q de la Universidad de Harvard por su extraordinaria labor con los niños.
Y es que, a la par de dirigir la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, LA Phil, a través de su Fundación Gustavo Dudamel, el músico y compositor venezolano ha decidido honrar y dar continuidad al trabajo de su mentor, José Antonio Abreu, quien falleció en marzo. El Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles, Infantiles y Preinfantiles de Venezuela que Abreu arrancó en 1975, viene ofreciendo a los niños un modelo integral de formación musical y desarrollo social.
En la actualidad Gustavo Dudamel se plantea algo mucho más ambicioso: crear el Sistema Mundial de Orquestas, es decir, replicar la misma fórmula, pero alrededor de todo el planeta.
La pérdida de su maestro Abreu caló hondo en el ánimo de Gustavo Dudamel. Cuando falleció, el pasado 24 marzo, Dudamel se prometió replicar y expandir su exitoso sistema musical.
Durante la entrevista para su artículo, la periodista le preguntó «¿Cuál es tu principal legado y meta?», Gustavo Dudamel respondió:
«Seguir trabajando, seguir soñando. Nosotros tenemos un lema en la orquesta en Venezuela: tocar, cantar y luchar. Yo sigo tocando, no canto muy bien, pero seguimos luchando porque esto llegue a muchos más niños. Por eso te digo: buscamos concretar el Sistema Mundial de Orquesta, con programas que estén interconectados, trabajando en equipo, eso está sucediendo y seguirá expandiéndose, y eso crecerá a todo el mundo. Pero no es un legado mío, porque yo formo parte de un grupo de personas que sueña y que quiere hacerlo y que quiere trabajar. No puedo ser tan egoísta y egocéntrico y decir que esto es un pensamiento mío, no, porque somos muchos trabajando en esto».