Este lunes, Venezuela entera se conmocionó tras conocerse el vil asesinato de Evio Di Marzo, uno de los cantautores más populares de la década de los ochenta, aquella época de oro para la música nacional en la que se impulsó la carrera de grandes artistas como Pecos Kanvas, Gualberto Ibarreto, María Teresa Chacín y José Luís Rodríguez; además de repuntar una nueva generación integrada por estrellas de la talla de Yordano, Ilan Chester, Franco de Vita, Ricardo Montaner, Rudy La Scala, Melissa, Antonieta, María Conchita Alonso.
De igual forma, surgieron bandas que ganaron bastante popularidad, entre ellas Adrenalina Caribe, creada a finales de 1978 en la zona popular de Sarría por el músico Evio Di Marzo, hermano de Yordano, y quien lo consideró hasta su último día una gran influencia en su carrera musical, a pesar de haber preferido la música caribeña cuando toda la industria impulsaba la música pop. «Me hice multinstrumentista autodidacta desde joven. No tuve una formación académica y me di cuenta que la gente se divertía con lo que yo hacía (…) Cuando decidí que viviría de la música, yo ya sabía lo que quería hacer: tenía claro el concepto», aseguró Evio en una entrevista, publicada por RT el pasado 20 de octubre de 2007, que podrán encontrar a continuación:
Como las olas del Caribe
A pesar de formar parte de la ola de artistas de los 80, Adrenalina Caribe iba a contramano. Mientras que aquella incursión de músicos venezolanos colmó el mercado de música pop, Evio incursionó con un primer disco al que llamó ‘Pico y Pala’.
«Se me ocurre ese nombre, que más guerrillero no podía ser. Era un ‘rock salsa’ con la intención de cantar las motivaciones del trabajador, del pueblo«, explicó el compositor.
Pero las dificultades venían al enfrentarse con los productores de las disqueras. «Cuando veían temas como ‘Selva del tiempo’, que dice: ‘mucho antes que llegaran los españoles’, los productores se alarmaban: ‘¿Qué es esto?’. Así que los mareaba con otros temas de amor, para que no prestaran mucha atención a esos contenidos sociales».
De todo un poco
Evio se describe como multifacético. «Músico, antropólogo graduado, docente universitario, experto en cultivos hidropónicos, velerista, cocinero, gerente de restaurantes, productor musical y padre de 10 hijos», enumeró.
Hijo de padres emigrados que, como explica, «amaron esta tierra hasta hacerse ciudadanos. Mi padre era italiano, pero también un venezolano nacionalista», aseguró.
…y llegó Chávez
Evio Di Marzo apoyó abiertamente la causa del expresidente de Venezuela, Hugo Chávez. En un país tan politizado, no faltó quien le recriminara por ello. Realmente, «hay personas que sí son capaces de entender que una cosa es mi música y, otra muy diferente, mis ideas políticas o religiosas«, dijo el intérprete.
Atesora una buena cantidad de anécdotas con Chávez, pero prefiere evocarlo como «un mediador; un hombre que, aunque le imponían muchos cercos de seguridad, siempre se las arreglaba para romperlos y acercarse a la gente: eso es inolvidable». Siendo presidente, Chávez llegaba en diversos momentos hasta su pizzería y se sentaba con él. «Comía, hablaba con la gente y luego se iba suavemente, como vuelan las mariposas», relató.
Hoy, mira la Venezuela sin Chávez, en tiempos de guerra económica, y está seguro de que «es el momento de una revolución dentro de la Revolución bolivariana» porque «es tal la arrogancia que genera el poder que algunos dirigentes están confundidos».
Adiós, fama
Con cuatro discos en nueve años, la carrera de este músico estaba en su mayor plenitud. Sin embargo, un día de 1991, se topó con unos escritos del islam y supo que algo había cambiado para él. Se casó por segunda vez y ese mismo día pronunció la ‘Shahada’ (testimonio de fe).
«Todo ocurrió de forma muy espontánea, cuando ya estaba convencido de mi conversión. Yo quedé loco, por la asombrosa simpleza con la que Alá se nos presenta«, comentó. Así que despidió al manager y «toda la parafernalia del espectáculo, del mercado». Ahora, a sus 63 años, compone música «buscando la complacencia de Alá».
Un nuevo oficio
Evio Di Marzo trabajó como taxista, aunque a su esposa y a sus hijos «no les guste mucho la idea», confesó. Ese nuevo oficio responde a que no lo contratan y está convencido de que eso ocurre por dos razones: «porque no me callo las críticas a los errores del Gobierno y por mi religión».
Una que otra vez, algún pasajero lo reconoce y, con asombro, le hace preguntas sobre su carrera y cómo llegó a taxista, pero Di Marzo encuentra en el islam las respuestas a todo lo que pasa en su vida.
A 27 años de haber grabado su último disco, la música de Evio no solo sigue sonando en las emisoras de radio, sino que la cantan personas que no vivieron su estrellato; por eso Evio Di Marzo dejó un legado de la mejor época de la música nacional, la música que nunca muere.
Créditos: Ernesto J. Navarro