En días pasados, la actriz Daniela Alvarado concedió una entrevista vía telefónica para el Diario Versión Final, en la que habló abiertamente sobre su crecimiento en un estudio de televisión, de cómo se ve afectada por la crisis que atraviesa actualmente Venezuela, su punto de vista sobre la oposición y su presunta homosexualidad.
En la entrevista, Alvarado aceptó que, como la mayoría de los venezolanos, la situación del país la afectado económicamente, incluso ha llegado a un punto en el que «no ha tenido nada que comer», aseguró.
De igual forma, Danielita comentó que sufre a diario para conseguir los medicamentos de la tensión para su padre y para las de ellas debido a que sufre de hiperinsulinismo y de la tiroide.
A continuación, te dejamos la entrevista de Daniela Alvarado para el Diario Versión Final:
Tan criolla como la arepa y como nuestra bandera tricolor, símbolo que siempre lleva con orgullo para dejar claro que ella fue “hecha en Venezuela”. Así es Daniela Alvarado.
Blindada con la sinceridad que la caracteriza, la actriz venezolana atiende al otro lado del teléfono. Aunque en varias entrevistas ha demostrado ser hermética con lo que respecta a su vida privada, en esta oportunidad, su disposición amable y receptiva invita a preguntar sin filtros, ni tapujos.
Así se dispone a compartir sus anécdotas, temores y vivencias que dejan al descubierto su lado humano detrás de la fama. Siempre se muestra sin máscaras ni pretensiones. Aunque confiesa la metamorfosis que implicó pasar de “Danielita” a “Daniela Alvarado”, fue un trayecto muy duro lleno de golpes, demuestra que hoy más que nunca tiene los pies “bien puestos en la tierra”.
—32 años de carrera artística, ¿cómo se enfrenta la fama siendo tan niña?
—En ese momento, no tenía consciencia de eso. Cuando estás tan chama la fama no existe, es un juego. Recuerdo que no fue un cambio drástico, para nada.
—¿Fue difícil el reto de ser tan buena actriz como sus padres?
—Uff… Lo hice tratando de apoyarme en mi mamá. Ella me enseñó tantas cosas, como la responsabilidad que uno debe tener consigo mismo, con tu compañero, a asumir las consecuencias.
—Su obra, Hecha en Venezuela, representa a nuestro país a través de usted, ¿cuáles son esas características que la definen?
—Lo escandaloso que somos, porque debo reconocer que soy bien escandalosa (risas). Lo solidarios y graciosos que podemos ser, aún en los peores momentos. También lo divertido y lo extremadamente luchadores.
—En sus redes sociales cuestionaba la “miseria mental” que se apodera de los venezolanos…
—Sí, sí… lo que siento es que como nosotros vivimos en un país donde lamentablemente
no nos podemos desahogar con quien queremos desahogarnos, cuando tienes algo en redes sociales, la gente que te sigue cree que tú eres el responsable de todos los males. No terminan de entender que como la televisión no existe, la publicidad ahora se vende a través de Instagram y nos pagan por eso. No me pueden venir a decir que soy enchufada porque lo que tengo me lo he sudado.
—¿La situación país ha denigrado el estatus del artista venezolano?
—¡Muchísimo! Eso es pan pa’ hoy y hambre pa’ mañana. Es así… Yo, por ejemplo, gano con mi obra hoy, pero mañana ya me gasté la plata y si no tengo función, tampoco tengo plata.
En algún momento de mi vida, de mi trabajo, yo no he tenido qué comer. Yo he pasado trabajo. Recuerdo que llegué a estar muy mal económicamente y vendí montón de cosas para traer comida a mi casa. A mí me cuesta conseguir la pastilla de la tensión de mis papás y las mías porque yo sufro de hiperinsulinismo y de la tiroide. He tenido que bachaquear Harina PAN.
—¿Qué piensa de la oposición venezolana?
—Que es una porquería. Tienes que ser consecuente con tus acciones, con lo que dices y lo que haces. Los principios no se comprometen. Va a tener que llegar un punto en el que la gente se ponga de acuerdo aunque sea para algo. Ya no me importa quien este gobernando. Lo que me importa es que esta vaina camine. Quiero es trabajar en paz.
—¿Piensa emigrar?
—Siempre lo pienso. Tengo 36 años y he vivido acá toda mi vida. Yo me voy el día que yo me quiera ir, no porque alguien me tiene que botar de mi país. Además, emigrar no es fácil.
Es meter una vida entera en dos maletas y de vaina. Se requiere mucho dinero. En algún momento me tendré que irme porque estar acá implica tener que repetirse uno mismo a nivel profesional.
—¿Cómo se reinventa?
—Hecha en Venezuela me ha ayudado mucho. Yo me reinventé a través del teatro. Yo vivo del teatro. Este año, gracias a Dios, voy a hacer dos proyectos que me tienen muy emocionada…La Caja de Fósforos y otra, de la cual aún no quiero decir nada para que nadie me lo empave (risas). En julio también haré un cortometraje con mi compañía. Se llama Dime que sí, es de dos mujeres que están enamoradas.
—¿Este corto podría aumentar la polémica sobre los rumores de su supuesta tendencia homosexual?
—Realmente si a mí me gustara una mujer no me daría ninguna pena decirlo. Como no me ven con un novio hoy y otro mañana, un pegoste hoy y otro día con otro diferente, la gente lo habla… Estoy sola por decisión, a mí no me gusta todo el mundo, pero eso no significa que sea gay. No me gusta que la gente hable de mí. Que salga la primera mujer en este país y diga que ha tenido algo conmigo. Le diría ajá: ¿cuándo fue eso? ¿Yo estaba drogada?
—¿Cuánto daño le causó las críticas del público?
—¡Muchísimo! Espiritualmente te destruye mucho, lloras mucho. Después, te das cuenta que en las redes hay gente adorable, linda y gente muy maligna.
La gente no puede llegar tan lejos, como para andar pegado a un teléfono o viendo cómo haces para destruirle la vida a alguien…Ha llegado al punto de maldecirme y desearme la muerte. Esa gente necesita ayuda psiquiátrica y espiritual urgente. Lo peor de todo es que ves su perfil y mencionan a Dios.
—¿Cómo ha sido la metamorfosis entre “Danielita” y la Daniela de hoy en día?
—¡Uy! Nada que ver… Muy dura y llena de golpes, aunque la gente no lo crea… Siempre trato de identificar lo que he hecho bien y lo que he hecho mal, en ese trayecto. Sé que hacer el bien es mi objetivo porque obrar mal, a lo mejor me dará satisfacciones a corto plazo, pero a la larga me pasará una factura tan grande como la de Makro y yo no quiero eso para mí, ni para mi familia.
—¿Qué le falta por hacer?
—Me gustaría trabajar en otro idioma, podría ser en inglés. También me encantaría lanzarme en paracaídas, conocer Israel, Egipto y estar detrás de cámaras.
—¿Te imaginas con hijos?
—A veces sí, a veces no… Es muy raro. Quizá por miedo, tengo 36, el tiempo va pasando. No sé si me toque… Me gustaría poder conseguir a un hombre que pase su vida conmigo. Pero si no pasa, no puedo hacer mucho.
—¿La adopción es una opción?
—Sería una manera muy bonita de regresar al universo todo lo que te ha dado. Ayudando a otra persona y dándole todo tu amor.