Ha sido uno de los más grandes. Y aunque su nombre no sea tan famoso como su compañero de estudio Ghibli Hayao Miyazaki -ambos fundaron juntos la empresa- la obra de Isao Takahata ha marcado varias generaciones y es un referente mundial para legiones de animadores.
Ayer jueves Takahata falleció en un hospital de Tokio a los 82 años víctima de un cáncer de pulmón, según anunció un portavoz del estudio Ghibli; su salud había empezado a declinar desde el pasado verano. Miles de niños españoles en los años setenta y ochenta no conocían su nombre, pero vivieron con pasión y dolor dos de las series de dibujos de televisión más famosas de la época: Heidi y Marco, de los Apeninos a los Andes. Ambas fueron dirigidas por Takahata.
En puridad, Takahata no era animador, pero ha dejado huella en la animación mundial por su capacidad de liderar equipos, por su pasión por la innovación tecnológica, su apuesta por una aproximación artística a la hora de contar historias y su defensa de la emoción como motor narrativo. Todo eso se puede ver en su última película, El cuento de la princesa Kaguya, con la que compitió al Oscar a mejor largo de animación en 2014.