Antes de casarse con Johnny Depp y divorciarse, apenas un año después, Amber Heard había mantenido abiertamente relaciones sentimentales con varias mujeres, sin embargo, definir públicamente su sexualidad no era algo de su interés.
«No me identifico como nada. Soy una persona, me gusta quien me gusta», declaró en una entrevista a la revista Allure, antes de poner un ejemplo práctico. «Resulta que antes estaba saliendo con una chica, y la gente empezó a sacarnos fotos cuando salíamos a cenar, mientras regresábamos al coche. Íbamos de la mano, y entonces me di cuenta de que tenía dos opciones: podía soltarle la mano y, cuando me preguntaran algo al respecto, limitarme a responder que mi vida privada era privada; o, podía no soltarle la mano y sentirme orgullosa de quien soy».
En una industria tan obsesionada por conocer a las parejas de las estrellas, esa decisión de la actriz no ha sido bien recibida, especialmente por quienes creen que podría ayudar a normalizar la elección de intérpretes no heterosexuales en roles protagónicos de grandes producciones hollywoodenses. Sin embargo, Amber nunca ha permitido que presiones externas la empujen a «etiquetarse», ya que no quiere solo por complacer a otros.
«Todo eso de ser LGBT… nos limita demasiado. Antes tenía una función, servía como un paraguas para la gente marginada a quienes se les negaba sus derechos, pero está perdiendo eficacia debido a la sutileza de la naturaleza humana», enfatizó antes de matizar su postura, a la cual añadió: “a medida que seguimos educándonos a nosotros mismos y ampliando nuestra visión, vamos añadiendo letras. En el pasado fue un buen escudo, pero ahora estamos atrapados tras él. Es muy importante que nos resistamos a las etiquetas; me da igual cuántas letras añadas a ese término. En algún momento, va a acabar convirtiéndose en: todos somos humanos».