Carol Bryan es una mujer de Florida que empezó a inyectarse botox hacia los 40 años. En 2009, con 47 años, decidió probar los rellenos después de que los doctores le dijeran que había perdido volumen en su frente y en sus pómulos. Una decisión de la que se acabaría arrepintiendo.
A Carol le inyectaron dos tipos diferentes de relleno combinados en una jeringuilla en una zona en la que no deberían haber sido inyectados y le dejaron el rostro hinchado y desfigurado.
Una cirugía correctiva en su frente le dañó el nervio óptico y se quedó ciega de su ojo derecho. “No salía de casa, me encerraba en mi habitación, no sabía si iba a sobrevivir. Pensé en suicidarme”.
“Sentía que tenía la cabeza de un alienígena, mi frente era tan pesada que se caía y me cubría los ojos sin que pudiera ver a menos que me atara una cinta o me aguantara la frente”.
“Para las personas que están leyendo mi historia, espero que entiendan que son guapos tal y como son y merecen ser queridos. Nuestra perspectiva en relación a la belleza es tan imperfecta que cada vez es más extraño conoces a alguien que vea su propia belleza”.
Ahora, Carol dirige “Face2Face Healing”, una organización que busca concienciar sobre las deformidades y ayudar y dar consejos a las personas que tienen deformaciones congénitas, debidas a una enfermedad o quemadura, o problemas neurológicos.