Betsayda Machado, la voz negra de Venezuela, regresa de su primera gira por Canadá y sale a los Estados Unidos a presentarse en Miami, Washington, Nueva York, Boston, Philadelphia y Burlington. El año pasado su nombre entró al circuito internacional de músicas del mundo compartiendo escenarios con bandas como New Pornographers, Fanfare Ciocarlia y el Instituto Mexicano del Sonido. Sus viajes no los hace con músicos de sesión, la acompaña el grupo rural con el que se formó en Barlovento, sus compañeros de infancia: Los parranderos de El Clavo.
Hace poco más de un año, luego de haber colaborado en un proyecto de César Miguel Rondón, Betsayda Machado invitó al productor Juan Souki a un sancocho en el pueblo de El Clavo. Capturados por la mística de los músicos y el poder de sus canciones ese mismo día gestaron un proyecto de unión con una meta sencilla: Llevar al mundo la cultura popular de Barlovento. El mismo proyecto con el que hoy viajan juntos por ciudades de Norteamérica, difundiendo los sonidos de Venezuela.
GlobalFest un festival de Invierno que ocurre todos los meses de Enero en Nueva York es la parada principal de la gira el día 8 de Enero. Le siguen la fiesta de lanzamiento en Blind Pig en Miami (5 de Enero), un encuentro en los North End Studios de Burlington (11 de Enero), el reconocido Joe’s Pub del Public Theatre de Nueva York (12 de Enero), El Villa Victoria Center for the Arts en Boston (13 de Enero), Los studios de Pig Iron en Philadelphia (14 de Enero) y el Kennedy Center de Washington DC (15 de Enero).
El Clavo es un pueblo pequeño, de aproximadamente 1500 habitantes. Allí, como en muchos pueblos de Venezuela, la música es el idioma. Los parranderos se inspiran en fechas claves como el primero de Enero, el 23 y 28 de Diciembre, el 30 de Agosto y el 24 de Junio como excusa para pasearse, casa por casa, con ritmos y canciones populares. La parranda construye sus propios instrumentos y escribe las letras de sus canciones. A pesar de treinta años de historia, nunca habían tocado fuera de la región. Sus conciertos no son más que un compartir de sus más preciadas tradiciones en espacios que permitan la interacción.
Una peculiar campaña de Indiegogo permite donar galones de gasolina, camas para las noches huérfanas, copias digitales de sus íntimas grabaciones rurales y otros tesoros divertidos. Si quieres apoyarlos puedes hacerlo aquí: