[dropcap]G[/dropcap]abriel José Correa Guzmán tiene 26 años de edad, mide 1.88, y nació en Caracas, “… pero mi madurez de vida la alcancé en Camatagua Estado Aragua; con el tiempo viajé a Argentina donde inicié algunos compromisos profesionales, luego retorné para seguir adelante con mi empresa de comercio y acá estoy, asumiendo un nuevo reto” dijo.
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Su paso por la industria del espectáculo había sido breve “… comencé a modelar en el año 2008, pero me retiré porque estaba enfocado en mis estudios de Producción Industrial” contó, pero como el buen hijo siempre vuelve a casa, acá está de nuevo compitiendo por el título de “Mister Venezuela 2015” un certamen donde él dice tener todas las posibilidades de ganar.
¿Qué lo motivó a entrar a este concurso?
Cuando iniciaron las promociones de la competencia recibí varios llamados de invitación por parte de algunos familiares, y allegados. Por mi mente no pasaba estar inmerso en esta industria, ya que era algo que había vivido y por mis empresas, y otros compromisos, lo había abandonado. Pero ahora que retomo todo esto estoy ansioso en seguir este camino.
¿Qué ha sido lo mejor de ser Mister?
El crecimiento que estamos obteniendo; los retos que se nos presentan a diario. Todos los días hay una actividad que nos exige inteligencia, y talento, y eso es lo que me ha gustado del proyecto.
Gabriel Correa cuenta que desea convertirse en actor o animador; y con esta oportunidad que le está brindando la organización Mister Venezuela puede lograrlo.
¿Se ve como ganador este 23 de mayo?
Sí; estoy trabajando arduamente para eso. Quiero ser el próximo Mister Venezuela, y estoy enfocado en obtener el título.
¿Qué pasó con su carrera como beisbolista?
Lamentablemente sufrí una lesión en un tendón de la mano derecha y eso me obligó a dejar el campo de juego. Yo estaba visto para entrar en las grandes ligas, pero el destino me apartó del terreno.
¿Siente pesar por las derrotas?
Más que pesar son lecciones de vidas que nos llevan a la reflexión. Dios sabe muy bien por qué hace las cosas, y creo que todo tiene una causa y efecto en nuestro día a día. He aprendido que ante las derrotas, o los tropiezos, hay que levantarse con mucha más fuerza y seguir adelante. Eso nos hace guerreros y nos obliga a trabajar en función del éxito.