[dropcap]T[/dropcap]odo era felicidad. Lewis Hamilton obtenía su segundo triunfo sobre tres carreras disputadas, y tomaba distancia en la cima del campeonato mundial de la Fórmula 1.
Cuando se subió al podio junto a su compañero de equipo, Nico Rosberg, y a Sebastian Vettel, de Ferrari, no pensaba en otra cosa que en celebrar.
Entonces le dieron el habitual champagne que recibe el ganador. Pero en lugar de tirárselo encima o de apuntar a sus colegas, no tuvo mejor idea que bañar a una de las moldeos que estaba a su lado.
A la joven china no le gustó nada. Pero a él no pareció importarle.
En el momento, su gesto no tuvo consecuencias. Sin embargo, a medida que pasaron las horas, las críticas se hicieron cada vez más fuertes.
Grupos feministas exigen que haga un pedido público de disculpas por ofender a la mujer. Otros van aún más lejos, y lo acusan de ser «machista, egoísta y desconsiderado», y de representar una «vergüenza para Reino Unido».
Si las acusaciones tienen peso es porque no es la primera vez que el piloto de 30 años celebra de esa manera. Tampoco que queda en el centro de la escena por tener actitudes sexistas.
¡Hamilton es mejor con los autos que con los chorros de Champaña!
¿Soy machista?