[dropcap]E[/dropcap]l despecho siempre funciona como motor para concebir grandes historias, esa sensación de desasosiego que nos produce un corazón roto, nos lleva a rincones del pensamiento humano a los que sólo podemos acceder cuando hemos perdido un amor. Un idioma universal que todos hemos experimentado aunque sea una vez, pero que es tan abstracto que se adapta a cualquier género y cualquier forma de expresión. De este sentimiento está impregnada “Life arther Beth”, historia de amor adolescente protagonizada por Zach, chico al que su novia lo acaba de dejar y acto seguido ésta muere víctima de la picadura de una serpiente venenosa. Así deprimido y despechado Zach entra en un bucle de desesperanza apoyado sólo por sus ex suegros que también lamentan la muerte de su hija. Sin embargo, Beth resucitará de entre los muertos como si nada hubiese ocurrido, y lo mejor de todo, con ganas de seguir con la relación.
Lo primero que se me vino a la mente mientras la veía, fue esa peli de finales de los 80’s o principios de los 90’s, de las tantas secuelas y versiones que tuvo “La noche de los muertos vivientes” en el que un chico revivía a su muy sexy y motorizada novia luego de haber sufrido un accidente. Nunca recordaré el nombre de la cinta, pero sí esas imágenes que se me quedaron grabadas, ellos a toda velocidad por una autopista y ella con su chaqueta de cuero aferrada a su espalda mientras la moto se perdía en la oscuridad. Aquí como siempre, el poder de las imágenes hace de las suyas y son las que trascienden. Eran la representación de la juventud de aquél en entonces y con “Life afther Beth” se busca lo mismo, un protagonista existencialista encarnado por Dane Dehaan, el ya convertido en el niño fetiche del cine indie e independiente, que esta vez encabeza un elenco muy acertado para la ocasión en el que todos brillan menos Beth, Aubrey Plaza, caso muy particular el de esta chica, en el que el guión muchas veces la ayuda a dar lo mejor de sí y tener momentos realmente geniales, pero en otras sencillamente te hace dudar de sus cualidades interpretativas, y es una verdadera lástima.
Lo que comienza como una buena combinación de humor negro, romanticismo y zombies, termina por desboronarse en sus últimos minutos y ni siquiera la muy desaprovechada aparición de Anna Kendrick logra rescatar este último tramo que se vuelve aburrido y repetitivo, lo que evidencia que todo el potencial de la idea original se agotó muy rápido al principio de la historia o lo que es peor, que hubiese funcionado mucho mejor a manera de cortometraje. Sin duda lo mejor es la estética que manejan, en vestuario y atrezzo, gafas Ray Ban, vestuarios muy a los años 50’s y 60’s, así como ese toque de normalidad que quieren darle los padres a la resurrección de su hija, interpretados por unos muy divertidos John C. Reilly y Molly Shannon.
Una historia que sin ser la más original sólo tiene retazos de lo que pudo llegar a ser, pero eso sí, de la que sé todos recordarán a la Beth convertida en caníbal que con cocina en la espalda y grandes arrebatos de ira, al menos te sacará una sonrisa o te recordará a esa novia celosa que tú tanto has tratado de olvidar.
Lo mejor: Su estética que se balancea entre el universo zombie, lo indie y el desamor.
Lo peor: Que sientas que todo el potencial de la cinta está al principio y al final y el resto sea sólo relleno.