[dropcap]E[/dropcap]l cine español de los últimos años ha dado grandes títulos en el género fantástico, de terror y ciencia ficción, mismos géneros por los cuales Nacho Vigalondo en situaciones más acertadas que otras se ha paseado a diestra y siniestra. Es por esto, que desde que la interesante premisa de lo que iba a ser su última película “Open windows” cayó en el dominio público, las expectativas se hicieron infinitas, sobre éste experimento que iba a ser narrado a través de la cámara web de un ordenador y cámaras de seguridad.
Punto de partida más que interesante para un thriller adaptado a los tiempos que corren, donde la privacidad de las personas es cada día más reducida debido a las redes sociales y a la tecnología. Y si a la fórmula le sumamos al Elijah Wood, que parece le ha cogido el gustico al género y se ha dejado ver en cintas como “Grand piano” y el maravilloso remake de “Maniac” la cosa pinta bien. Y la verdad es que como producto innovador, tanto en estética como argumento, “Open windows” es el bocadillo perfecto, ritmo acelerado, trama innovadora y sobre todo esa secuencia en coche, inyectada con tonos cubistas y momentos de acción.
Todo en ésta cinta está hecho para innovar, para crear una realidad alterna parecida a la que vivimos y más aún en busca de sorprender y es aquí, donde creo está el mayor fallo del experimento de Vigalondo, en ese “sobrepensado” final que a manera de “turning points”, no muy honestos por cierto, la película intenta darte una sorpresa final. Y la verdad, ¿Eran necesarios? A mi me gustaría pensar que no, ya que hay suficiente con seguirle el ritmo y con adaptarse al sistema de ventanas que emergen de forma vertiginosa y que muchas veces le juegan en contra a la hora de sumergir al espectador en la historia.
Al señor Eliah Wood cada vez le voy tomando más respeto y siempre es un placer verlo en pantalla y aunque no dudo de las capacidades interpretativas en el universo porno, de la señorita Sasha Grey, en ésta cinta puede ser el eslabón más débil y menos creíble en su rol de super star. En fin, un experimento que pudo haber sido redondo, con una pizca más de morbo y sin un final tan rebuscado, cosas que el director cántabro trataba a la perfección en la a su vez igual de compleja “Los Cronocrímenes”.
Lo mejor: La secuencia en el coche, Elijah Wood y lo arriesgado del experimento.
Lo peor: Las limitaciones que tiene el guión a la hora de crear interés en el espectador y su final tan rebuscado.